Ser una joven kichwa otavaleña, implica abrazar preservar y respetar una cultura.

Para NAYELI SUSAY significa,resaltar la esencia de ser una joven runa Otavaleña, tener sangre Sarance en sus venas , honor y privilegio que lo lleva con orgullo y respeto. Su vestimenta, es un símbolo de la identidad y herencia ancestral.
El sombrero, confeccionado con maestría, representa nuestra conexión con la naturaleza y el trabajo de sus antepasados. La blusa bordada a mano, con intrincados diseños que narran historias y leyendas de nuestra cultura, es un reflejo del arte y la destreza que han sido transmitidos de generación en generación.
En la parte inferior, el anaco ondea con gracia, simbolizando la feminidad, los colores de vida y la fuerza de la mujer kichwa otavaleña.

La fachalina, un pañuelo que de acuerdo a su posición significa su estado civil y adorna con elegancia, inclusive en su cabeza complementa esta vestimenta, así como las hualcas naturales y de corales en su cuello y brazos y las alpargatas en sus pies, brindan la comodidad necesaria para elegantemente transitar por nuestras tierras ancestralmente ricas y diversas.
Ser una joven kichwa otavaleña implica abrazar preservar y respetar una cultura rica en tradiciones y valores. NAYELI SUSAY honra a sus padres y ancestros; con cada prenda que viste, muestra al mundo no solo su historia, sino también su visión del futuro.
El respeto por sus raíces y la reverencia hacia su legado son principios fundamentales que son guían en el camino de la vida, en cada paso, llevan el orgullo de ser parte del pueblo Sarance con rica tradición andina otavaleña ecuatoriana.
Así, cada día, la joven NAYELI SUSAY continúa tejiendo la historia de su Otavalo conocido como ; la «cobija de todos» , » valle del amanecer», con la mirada puesta en el horizonte y con el corazón lleno de gratitud, pero «siempre de pie» como es característica de su pueblo Sarance.
La belleza radiante de nuestra juventud otavaleña se entrelaza con la riqueza de nuestras tradiciones.
El colorido traje típico, símbolo de orgullo y herencia, no solo resalta la gracia del indígena otavaleña , sino que también cuenta una historia de resiliencia y pasión.
Su porte elegante y su sonrisa resplandeciente reflejan el compromiso de ser una embajadora de nuestras costumbres ancestrales.
Con cada hilo de su vestimenta y cada paso que da, nos recuerda la importancia de preservar nuestra identidad cultural mientras mira hacia un futuro lleno de oportunidades. Emprendedora e inspiradora, ella es la voz y el corazón que continúa tejiendo el legado de nuestros antepasados, en un mundo donde su talento y tenacidad brillan con luz propia.
¡Celebremos su esencia otavaleña y el camino que abre para las futuras generaciones !